MI VIDA Y MI HISTORIA
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Trago amargo, triste. María Dolores Boadas, la mestressa, la reina de Boadas, se fue este fin de semana y deja huérfanos a decenas, centenares, miles de amantes de la coctelería más mítica de Catalunya. Muchos de ellos la han despedido este domingo en una ceremonia celebrada en el tanatorio Sancho de Ávila. Hoy, Boadas cierra en señal de duelo.
La dueña del establecimiento de la calle de Tallers tenía 82 años (dos menos que el negocio que abrió su padre, Miguel), y hasta hace cinco era la carismática anfitriona de la casa. "'La Dolors'", "la reina", "la gran dama", "la 'mestressa'", como la llamaban en Boadas, era, según Manuel Vázquez Montalbán, "la sacerdotisa de la Luna de perenne sonrisa perlada".
Y sí, era perenne, porque estuvo al pie del cañón desde 1967, cuando tuvo que coger las riendas de la coctelería tras la muerte de su padre. Y siempre fue amable, acogedora, simpática.
María Dolores había crecido allí. Hacía los deberes en el altillo mientras abajo el local se llenaba de gente que disfrutaba de los cócteles que preparaba su padre. Cuando se hizo mayor aprendió de él. Y siguió recibiendo a decenas y decenas de celebridades mundiales: Xavier Cugat, Joan Miró, Salvador Dalí, Federico García Lorca, Pablo Picasso, Antonio Machín, Ernest Hemingway, Greta Garbo, Manuel Vázquez Montalbán, Kevin Costner, Joan Manuel Serrat....
SIGUE SU 'HIJO'
María Dolores Boadas se ha ido rodeada y bien cuidada por su familia. De ella forma parte su 'hijo', Jerónimo Vaquero, que la quería como si fuera su madre porque ella lo quería como si fuera su hijo. Él seguirá con el negocio.
El bartender de Boadas Adal Márquez pide un brindis en recuerdo de esta mujer inolvidable. Aunque sea entre lágrimas. Lo merece.