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RESTAURANT, LA PUÑALADA, A LA BARCELONA D' ABANS, D' AVUI I DE SEMPRE...11-11-2015...!!!

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Categoría: Historia | 25 junio, 2015
Redacción: Edu García
La Puñalada fue un restaurante situado en el número 104 de Passeig de Gràcia, en el chaflán Besòs-montaña de Rosselló. Abrió en 1927 y cerró, ahogado por sus deudas, en abril de 1998. Hoy en su lugar hay una entidad bancaria.
UN CURIOSO NOMBRE

De entrada, de este conocido restaurante que contaba con una terraza cubierta con una marquesina y cortinas, lo primero que llama la atención es su nombre y siempre se ha preguntado por él. Uno puede pensar que se llama así por las cuentas que se pagaban, la cifra era elevada y eso gustaba a los bolsillos generosos que buscaban la calidad de la alta gastronomía catalano-francesa, especialmente los arroces, y el trato excelente. Un lujo en el corazón de la ciudad, en su calle más importante.



El local fue en sus orígenes una simple taberna en la que abrevaban los carreteros que iban entre Barcelona y la Vila de Gràcia. Se tiene noticia en 1916 y por una maravillosa imagen sabemos que llevaba el curioso nombre de la Taberna d’Els Bohemis.


El local cambio de manos, de aspecto y de nombre, mejorando año tras año. En 1919 fue el Gran Bar del Monte Carmelo y, en 1924, el Olímpic Bar y fue precisamente en este bar donde, según cuentan, se cometió un asesinato, un hombre murió de un navajazo y el nombre se quedó. Nunca sabremos si alguna de las estas dos versiones u otras están detrás del origen del nombre.

LUGAR DE ENCUENTRO DE PEÑAS Y TERTULIAS

Además de llenarse el estómago en La puñalada uno podía satisfacer su espíritu y es que La Puñalada tiene un papel importantísimo en la historia de la ciudad como lugar de tertulia. Al estar en el centro de Barcelona, La Puñalada se convirtió en un punto de reunión de personas para dedicarse a la conversación y la convivencia mediante la tertulia que, como cuenta el maestro Lluís Permanyer, tiene una característica y es que se refiere siempre a un lugar concreto ya sea una casa, un café, un restaurante, el ateneo o incluso una tienda, en la famosa “rebotiga”. La tertulia es el lugar donde sus miembros, La Peña, se sienten bien, a gusto, tranquilos, sobre todo en los momentos inquietantes. La tranquilidad de encontrarse en un lugar apacible hace que los participantes expresen su opinión y entre argumento y argumento se ponga en común, si es posible, los conocimientos de cada uno. Esta reunión ha de ser también periódica, repitiéndose a lo largo del tiempo.

Cumpliendo con estos requisitos, La Puñalada ha acogido dos tertulias en dos momentos distintos: una antes de la guerra y otra a partir de 1964 y que mantuvo casi un cuarto de siglo.



La primera tertulia fue fundada por el filòsof Francesc Pujols, el profesor de piano Francesc Quintàs, el periodista Francesc Moragas, y el compositor Jaume Pahissa. Esta tertulia alcanzó notoriedad cuando se unió a ella el polifacético Santiago Rusiñol que era vecino del mismo Passeig ya que vivía en el número 96. Con Rusiñol se unieron a la tertúlia Miquel Utrillo, Joaquim Mir, Joaquim Muntaner, Josep M. Roviralta o Casals. Fueron invitados tipos de la importancia de Rubén Darío, Amado Nervo, Pio Baroja, Valle-Inclán, Manuel de Falla, Carlos Gardel. La muerte de Rusiñol en 1931 y la guerra, acabaron con aquella primera tertulia.



La segunda tertulia fue según palabras de Josep Maria Cadena la «más importante y numerosa de carácter artístico que existió en la ciudad después de la guerra civil». Había surgido en torno al pintor Emili Bosch Roger, el escultor Martí Llauradó y el coleccionista de arte Gustau Camps y su origen se situa en 1964. La base de la tertulia era una legión de pintores, así lo escribió Sempronio “de todas las edades y de todas las tendencias, pero hermanados”. Así, a lo largo de los años, se citaron alrededor de la larga mesa que preparaban en La Puñalada los pintores Emili Grau sala, Rafael Griera calderón, Jordi Rollán Lahoz, Josep Cruañas i Fages,  Jordi Curós, José Luis Florit Rodero, Manuel Ricard Serra, Josep Verdaguer Coma, Josep M. Morató Aragonés, Antoni Vives fierro, Agustín Rio,  Josep M. Martínez Lozano, Josep Perrin Baulies, Alfred Figueras Sanmartí, Lluis Vila i Plana, Alexandre Síchez Piera, Josep Oriol Jansana d’Anzizu, Bernat Sanjuán Tarré, Ramon Barnadas Fábregas, Frederic Lloveras, Joan Torras bachs, Jordi Freixas Cortés, Benet Sarsanedas, Josep Bestit, Jaume Planas Gallés, Ramon Llovet Miserol, Lluis Victori i Elias, el escultor Josep Viladomat, los críticos Enric Jardí, Santos Torroella, Josep Mª Cadena y Joan Cortés Cortés, el librero Joan Marca, el periodista y cronista de la ciudad Avel.lí Artís «Sempronio», el académico Guillermo Díaz-Plaja o el magistrado y crítico de arte Cesáreo Rodríguez-Aguilera. Así que las tertulias tenían como tema principal la pintura y también de literatura.



Quien la ha vivió y lo ha contado en el libro que editó en diciembre del año pasado es el doctor Manuel Sarró i Palau (nacido en 1929). El libro Penya La punyalada, records d’un tertulià es un intenso repaso a sus numerosos participantes. Una joya para revivir lo que vivió su autor, un cirujano, entre un grupo de artistas, durante más de dos décadas, cada sábado, entre los años 1976, cuando empezó a frecuentarla, y 1998. Una delicia para los que nos gusta que los protagonistas nos cuenten los hechos de un pasado cercano. Además de un repaso a los asistentes Manuel Sarró cuenta como era el día a día en estos encuentros.



En 1965 se convocó un concurso de pintura, el Primer Premi de Pintura La Punyalada, que fue muy comentado en su día. La buena voluntad de los organizadores no fue suficiente y las tensiones entre los participantes y el jurado fueron constantes, así se tomó la decisión de cerrar cualquier polémica con una gran cena y la no convocatoria de la segunda edición.



Además de los recuerdos que recoge Manuel Sarró en su libro ha y está perfectamente  documentada la presencia de los tertulianos en cuatro cuadros salidos de los pinceles de Jordi Curós (1972) Josep Lluis Florit (1975), Rafael Griera (1975), Manuel Ricart Serra (1976) que en el 2002 fueron expuestos en el homenaje que se llevó a cabo en la galería d’Art Arnau.


Autor de la ilustración destacada: Jordi Curós Penya Punyalada


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